viernes, 9 de septiembre de 2011

EXPERIENCIA, MAESTRÍA Y COMPETENCIA PARA COMPRENDER EL DESARROLLO DOCENTE

COMENTARIO DEL CAPITULO N. 3 EXPERIENCIA, MAESTRÍA Y COMPETENCIA PARA COMPRENDER EL DESARROLLO DOCENTE
El ser humano es un ser que por naturaleza tiende a vivir en sociedad. Está hecho para integrarse con  sus semejantes, porque tiene un alma-espíritu- con la capacidad de otorgar, comunicar y  compartir. Todo esto significa que la forma de  sociedad humana se construye sobre la base de la confianza el respeto y la amistad.
Las exigencias del mundo actual nos han enseñado que el lugar por excelencia, donde el hombre se siente como en casa, es en las pequeñas comunidades, que es donde se establecen las auténticas relaciones interpersonales, y donde se respira un ambiente de hospitalidad, terreno propicio para que surja la amistad. De esta breve reflexión se desprende uno de los más importantes retos de nuestra época: crear una atmósfera de hospitalidad en las casa, en las comunidades y en las organizaciones, sobre todo en las escuelas, lugar por demás estratégico para la formación de ciudadanos, capaces de transformarse a sí mismos y transformar a las comunidades donde les ha tocado vivir y desarrollarse.
Si la única manera de revertir las tendencias despersonalizadoras de la educación es mediante la educación, el aislamiento que vive el Docente cuando imparte su clase, representa uno de los obstáculos a vencer, si se quiere que la labor educativa vaya más allá de un intento fallido y de una clara y descarada simulación. Porque ningún otro instrumento ni espacio son tan favorables para operar el cambio, como lo son el Docente y el aula o escuela.
Luego entonces el trabajo Docente necesariamente debe encontrar eco no solamente en los alumnos, principales destinatarios de este noble esfuerzo humano, sino también en los Padres de Familia y autoridades en general, que deben desempeñar su papel e influir de manera significativa para que los profesores no prediquen en el desierto, y su labor repercuta con toda su fuerza en el cambio de actitud que todos por igual debemos asumir frente a los problemas que presenta la época actual, y en el compromiso de crear para nosotros y para nuestros hijos un futuro que sea satisfactorio, y en el que podamos poner todas nuestras esperanzas.
Ahora bien, cuando se consigue el objetivo de que el Docente se sienta integrado, es decir, que resulta útil e interesante sobre todo para sus para sus educandos, y logra así trascender positivamente en sus vidas, su propia autoestima mejorará notablemente; tendrá por sí mismo y ante los demás una excelente autoimagen y motivación para el trabajo, del que tendrá una elevada visión, le hará sentirse satisfecho, y le proporcionará mejores perspectivas de vida.   
No obstante lo anterior, el docente deberá utilizar al máximo su experiencia, conocimientos, aptitudes profesionales y destreza, y hacer de la capacitación y actualización continuas sus mejores armas para luchar frente a un mundo con escasas oportunidades y brutalmente competitivo, consciente de que  la improvisación y la irresponsabilidad representan el camino seguro del fracaso y la frustración.
Finalmente, conviene establecer, por parte de quienes tienen esta responsabilidad, un seguimiento detallado de las fases de desarrollo del docente, no precisamente con motivos de fiscalización incómoda, sino de con el propósito de mejor orientarle y ayudarle en su cometido.  

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