miércoles, 14 de septiembre de 2011

BREVES REFLEXIONES SOBRE LA ESENCIA DE LOS 7 SABERES

Se antoja difícil padecer y soportar voluntariamente   la ceguera del conocimiento. Vivir en el error porque resulta cómodo alojarse en este reducido espacio, o aceptarlo por  pereza intelectual, falta de voluntad, soberbia o falta de humildad, o bien, asentar el presente y futuro en meras ilusiones, es encontrarse encaminado por la vía segura del fracaso personal y de la destrucción de toda posibilidad de integración consigo mismo y con la sociedad.
Frente a esa realidad, la tarea educativa no debe cerrar los ojos ante la verdad de lo que es el conocimiento humano, con todas sus virtudes y limitaciones, y esforzarse por enseñar lo que es realmente llegar al conocimiento de la verdad.
Sin embargo, y partiendo del axioma de que toda verdad es relativa, se deberá tener extremo cuidado en atenerse a los principios de lo que es el conocimiento pertinente, es decir, aquel que se sustente en la objetividad y racionalidad, y no en meras tendencias, suposiciones o sentimentalismos.
En este sentido, ayuda en gran manera conocer la condición humana, frágil por naturaleza y proclive al error, limitantes que pueden suplirse en gran medida por el conocimiento (verdad), único instrumento capaz de liberar al hombre de estos atavismos, ante los cuales muchas veces llega a sucumbir, con todas las repercusiones negativas a que esto conlleva.
De igual manera, y con el mismo propósito de llegar al verdadero conocimiento, será necesario conocer la que es la identidad terrenal. Mucho se habla de las crisis financieras y morales que  azotan a la humanidad, pero quizá se desconoce que su principal causa radica en la separación de la ciencia (conocimiento) y de la técnica de las ideas humanistas. También se ha visto cómo estas crisis se han tornado particularmente graves, no solamente en el ámbito de la economía y la política, sino también en el terreno educativo, de las profesiones, de las empresas de las escuelas y universidades, así como de la convivencia social, que han llevado a un individualismo y a un colectivismo que sofocan la vida de los individuos, sobre todo de los niños y de los jóvenes en edad escolar.
 A la luz de estas breves reflexiones debería proponerse como una actitud la alternativa de enseñar a conocer pero con verdadero sentido humanista, sobre todo en el ámbito más inquietante del educando actual, que es el mundo de la escuela y de la universidad, primero, y del trabajo y desarrollo personal, así como del futuro profesionista y líder, después.
Debe entenderse, entonces, que el educando, en nuestro caso, solamente  a través del conocimiento sólido podrá llegar a la verdadera comprensión (posesión total) de su realidad humana y circunstancial, que le permitirán   no solamente superar con éxito las incertidumbres, sino también abrirse paso en el mundo y la época que le ha tocado vivir, y descubrir toda aquello que permanece oculto a una mera visión superficial. Es decir, el bien propio de la inteligencia del educando es y será siempre la verdad, puesto que la verdad es la realidad misma; es la conformidad entre las cosas y su conocimiento de ellas, para no vivir en el error ni el engaño, ni dejarse llevar por las engañosas ilusiones.
Es cierto que el ser humano no nace sabiendo, razón por la cual es un ser llamado a la conquista de la verdad a través del tiempo y del esfuerzo, puesto que todo ser humano, aun cuando parte de la ignorancia, está llamado a la posesión (comprensión) de la verdad, y a superar los problemas que encuentre en su camino para lograr este objetivo, pero sin faltar a la ética personal y de todo el género humano, puesto que todos somos iguales, es decir, sin vulnerar los principios esenciales de la moral, ni lastimar los derechos de sus semejantes. 

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